Alberto Fernández jugó su carta: apostando a transformar la debilidad en fortaleza, aprovechó la noche electoral para hacer un "relanzamiento" de su gestión. Dejando en claro que contará con el apoyo de Cristina Kirchner -que estratégicamente se corrió de los focos con la excusa de su reposo post operatorio- dio un discurso de foco económico para los dos años que restan de su gestión.
La preocupación central del Presidente era la de mostrarse al mando y con el control de la situación. Detalles como haber grabado un mensaje desde Olivos para dar un tono institucional y no limitarse sólo al mensaje desde el bunker partidario, o de haber enfatizado la mención a "mi gabinete" tuvieron la intención de transmitir esa continuidad institucional tras semanas plagadas de rumores.
Los resultados representan una derrota para la coalición gobernante, el Frente de Todos. Si bien el oficialismo mejoró los números con respecto a elecciones primarias celebradas en septiembre, la oposición se impuso a nivel nacional, según los datos del escrutinio.
Además, se confirmaría un dato ya proyectado en las elecciones primarias: por primera vez desde el regreso de la democracia en 1983, el peronismo perderá la mayoría en la Cámara de Senadores.
A nivel nacional, la alianza Juntos por el Cambio obtuvo el 42% de los votos contra el 33,6% del oficialista Frente de Todos. Más atrás, el Frente de Izquierda logró el 5,9% de los sufragios mientras que otras fuerzas se repartieron el 18,6% restante
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